Cuán difícil trazar el límite y
qué infinita línea del horizonte,
entre el océano y el cielo.
Insoportable tortura y sufrimiento,
si no cede la dolencia del liviano dolor.
Tormento, la persistencia en la aflicción.
Sin consciencia, ni vida con sentido,
cuando todo se ha perdido,
amor y desamor se parten en dos.
Las arrugas aparecen sin presentarse.
El crono ya se esfumó
contemplando las saetas del reloj.
La noche llega a ser tal
si la tarde decide abandonar al día
que todavía le sustenta.
Y el deseo mantiene la ilusión,
y aguanta al microsegundo justo
que le regala una esperanza.
Límite, eterno envolvente.
Vaporoso, velo transparente,
que decide sutil entre vida y muerte.
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