viernes, 5 de septiembre de 2014

Primera clase

Atentos, caídos en la mañana,
cabizbajos, frente al papel dormido.
La punta del bolígrafo rozando los labios
para atraer un pensamiento
que rasgue el blanco escritorio
mañana de septiembre, otoño.

El ruido se derrama en el asfalto
como las sombras de esa nube mágica
que el cielo ha dejado en la ciudad.
Siseo que pones melodía
al silencio del aula.
¡Despierta muchacho! Ha llegado el día.

El profesor entra en el aula,
los alumnos le miran por primera vez
observan sus vaqueros, edad y zapatos de piel.
Primeras palabras de hilaridad,
saludos atentos, cercanía en los gestos,
para caer bien.

Sonríe buscando complicidades
en las que apoyar su sensatez.
Muestra sus mejores encantos,
explica sus pretensiones personales,
reflexionadas, variadas y exigentes
de la cabeza a los pies.

Todos le miran en silencio.
Expectantes por ser el día primero.
Agradar, al menos una vez,
a este profesor novato
que se encuentra frente a ellos
y acaban de conocer.


De "Recetas de aula"
Rafael Roldán

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