lunes, 22 de septiembre de 2014

El enseñar


“Dijo, entonces, un maestro: Háblanos del Enseñar.
Y él respondió:
Nadie puede revelarnos más de lo que reposa ya dormido a medias en el alba de nuestro conocimiento.
El maestro que camina a la sombra del templo, en medio de sus discípulos, no les da de su sabiduría, sino, más bien, de su fe y de su afecto.
Si él es sabio de verdad, no os pedirá que entréis en la casa de su sabiduría, sino que os guiará, más bien, hasta el umbral de vuestro propio espíritu.”
         He releído a Khalil Gibran, en su libro El profeta,  el texto  señalado anteriormente.  Sobre él reflexiono en voz alta  en medio de éstas páginas.
         “El maestro ... da... de su fe y de su afecto. Os guiará hasta el umbral de vuestro propio espíritu”. ¡Vaya descripción de funciones para quien se precie de ser maestro!
Primero dar de su fe. Supongo que antes deberá saber su credo personal y, además, querer manifestarlo a los otros como entrega gratuita de aquellos valores que son guía en sus líneas fundamentales de vida.  Y añade también: de su afecto. Esto es, de su cariño. Si no entiendo mal, parece que intenta  decir K. Gibran, el maestro es quien transmite y entrega sus propios valores con afecto. De esta manera guiará a sus discípulos hasta las puertas de lo más profundo de su ser.


De "Recetas de aula"

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